Creo que no sé qué decir sobre esta sesión. Mi cámara y todo lo que suceda con ella llevará tatuada esta mirada para siempre. Y qué bonito que pase el tiempo, que el cuerpo y la mente se hagan cada vez más mayores pero que esos ojos sin reglas, salvajes, libres y esa inocencia que fotografié hace exactamente dos años, sigan intactas. Nico guarda a parte del mar y la vida, toda mi inspiración en su mirada. Y esto es lo que sucede cuando un par de imágenes valen más que mil palabras: